Viendo las nubes pasar

Acostado junto al muro del patio puedo fácilmente ver el cielo. Este mes de enero es de un azul intenso y claro. El sol pálido y manso camina sobre el mundo de la casa. Un fresco entra por las ramas del limonero.

Con una enorme calma en los ojos contemplo las nubes, al verlas su paso lento trae una dulce calma hasta mi ser.

Una nube teñida de carmín asemeja el rostro de una amiga niña de la infancia. Un poco más allá, de un cúmulo de algodón se ha formado un oso polar. Con estas visiones de las nubes, veo magnificas creaciones, circos, elefantes, gitanas, un sin fin de criaturas que recrean mi existir.

Mi madre ahora viaja hacia mí con todos ellos, yo extasiado solo contemplo con gran dicha.

Contacto: oloresdepomarrosa@gmail.com

martes, 11 de octubre de 2016

Nubes, José Luis Morante (Haikus)

NUBES. (HAIKUS)

NubesJosé Luis Morante
Diseño de cubierta Carmen Peralto
Corona del Sur Ediciones
Málaga, 2013 


Brillan hogueras
en el aire nocturno.
Fulgor de plata.

 
Atardecer.
Impacientes suburbios,
y despedidas.
 

Manso rompiente.
Las palabras del agua
velan silencio.
 

Noche. Planicie.
Tan igual a sí misma
como el desierto.
 

El miedo ignora
los caminos del agua.
El viento, brújula.

miércoles, 4 de marzo de 2015






AQUÍ VA UNA DE TANTAS RECETAS PARA EL AMOR

En esta oportunidad vamos a referirnos a ese ser que ama, pero no consigue  respuesta de la persona a quien dedica sus sueños, sus esperanzas, los pensamientos de sus días y sus noches. 
Esta receta, es un sencillo acto de entrega al universo, conocido también con el nombre de magia. 
 Antes que todo debes buscar algunos elementos.  Flores del árbol del amor, semillas del mismo árbol, también  es conocido como Algarrobo y su nmbre científico es Cercis siliqastrum.  
Luego que tengas estos elementos debes escoger un lugar tranquilo donde puedas entrar en reposo, para ello debes sentarte y respirar profundo varias veces hasta que llegue a ti una sensación de serenidad. Ten el puñado de flores en un cuenco o cesta. Piensa profundamente en la persona amada y mientras lo haces imaginas que tu amado te besa y te declara su amor. Al mismo tiempo vas tomando las flores o pétalos una a una y la pasas de la mano derecha a la mano izquierda hasta contar 21 flores. Así mismo contarás las semillas y harás el mismo procedimiento. Cuando termines de hacer esto, respiras profundo y repites en voz alta el nombre de ese ser que tanto quieres. 
 Estas flores las vas a poner a secar  a sol y sereno y luego que estén secas las colocas en una bolsita que llevarás por siete días del lado de tu corazón. La semillas las pones en un pequeño plato de vidrio o cristal y las rocías con miel de abejas y las dejas al sol y sereno la misma cantidad de días. Después las lavas y colocas debajo de tu almohada cuatro y tres las llevas en tu cartera o en un bolsillo de una prenda de vestir.
Espero que logres una unión maravillosa. Deja tu comentario. Tenemos otras recetas.  
Que la felicidad sea contigo.   
Imagen del Arbol del amor o Algarrobo loco





jueves, 27 de noviembre de 2014


Tecnica-oleo  Antonio Tordesillas (Pintor Español)
Cuadros con Nubes en el Paisaje
NUBES Y CIELO PROFUNDO

sábado, 11 de octubre de 2014

Cuando vi esa nube supe que todo estaría bien. Era una nube obesa y resplandeciente. Se veía mucha luz saliendo  o pasando a través de ese algodón celestial. Pienso, muchas veces en si pudiéramos comer nubes. Y si pudiéramos  ¿Cuál sería su sabor? Tengo una amiga que dice que saben a hielo. Yo no creo eso, no. Una nube tan gordita como esa que vi seguramente tiene sabor a tocineta. Eso me hace pensar en mordisquear esas condensaciones. Yo también pienso que de las nubes sale leche. 
Pero les contaba que cuando vi esa nube color rosa todo se hizo rosa dentro de mi ser y una sensación de paz me abrigó ese día.










sábado, 4 de octubre de 2014

Los Inimitables '' Nube Sin Rumbo'' Canta Ramón Cordero

La bola de cristal







Un cuento de los hermanos Grimm



Vivía en otros tiempos una hechicera que tenía tres hijos, los cuales se amaban como buenos hermanos; pero la vieja no se fiaba de ellos, temiendo que quisieran arrebatarle su poder. Por eso transformó al mayor en águila, que anidó en la cima de una rocosa montaña, y sólo alguna que otra vez se le veía describiendo amplios círculos en la inmensidad del cielo. Al segundo lo convirtió en ballena, condenándolo a vivir en el seno del mar, y sólo de vez en cuando asomaba a la superficie, proyectando a gran altura un poderoso chorro de agua. Uno y otro recobraban su figura humana por espacio de dos horas cada día. El tercer hijo, temiendo verse también convertido en alimaña, oso o lobo, por ejemplo, huyó secretamente.
Habíase enterado de que en el castillo del Sol de Oro residía una princesa encantada que aguardaba la hora de su liberación; pero quien intentase la empresa exponía su vida, y ya veintitrés jóvenes habían sucumbido tristemente. Sólo otro podía probar suerte, y nadie más después de él. Y como era un mozo de corazón intrépido, decidió ir en busca del castillo del Sol de Oro.

Llevaba ya mucho tiempo en camino, sin lograr dar con el castillo, cuando se encontró extraviado en un inmenso bosque. De pronto descubrió a lo lejos dos gigantes que le hacían señas con la mano, y cuando se hubo acercado, le dijeron:
- Estamos disputando acerca de quién de los dos ha de quedarse con este sombrero, y, puesto que somos igual de fuertes, ninguno puede vencer al otro. Como vosotros, los hombrecillos, sois más listos que nosotros, hemos pensado que tú decidas.
- ¿Cómo es posible que os peleéis por un viejo sombrero? -exclamó el joven.
- Es que tú ignoras sus virtudes. Es un sombrero milagroso, pues todo aquel que se lo pone, en un instante será transportado a cualquier lugar que desee.
- Venga el sombrero -dijo el mozo-. Me adelantaré un trecho con él, y, cuando llame, echad a correr; lo daré al primero que me alcance.
Y calándose el sombrero, se alejó. Pero, llena su mente de la princesa, olvidóse en seguida de los gigantes. Suspirando desde el fondo del pecho, exclamó:
- ¡Ah, si pudiese encontrarme en el castillo del Sol de Oro! -y, no bien habían salido estas palabras de sus labios, hallóse en la cima de una alta montaña, ante la puerta del alcázar.
Entró y recorrió todos los salones, encontrando a la princesa en el último. Pero, ¡qué susto se llevó al verla!. Tenía la cara de color ceniciento, lleno de arrugas; los ojos, turbios, y el cabello, rojo.
- ¿Vos sois la princesa cuya belleza ensalza el mundo entero?
- ¡Ay! -respondió ella-, ésta que contemplas no es mi figura propia. Los ojos humanos sólo pueden verme en esta horrible apariencia; mas para que sepas cómo soy en realidad, mira en este espejo, que no yerra y refleja mi imagen verdadera.
Y puso en su mano un espejo, en el cual vio el joven la figura de la doncella más hermosa del mundo entero; y de sus ojos fluían amargas lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Díjole entonces:
- ¿Cómo puedes ser redimida? Yo no retrocedo ante ningún peligro.
- Quien se apodere de la bola de cristal y la presente al brujo, quebrará su poder y me restituirá mi figura original. ¡Ay! -añadió-, muchos han pagado con la vida el intento, y, viéndote tan joven, me duele ver el que te expongas a tan gran peligro por mí.
- Nada me detendrá -replicó él-, pero dime qué debo hacer.
- Vas a saberlo todo -dijo la princesa-: Si desciendes la montaña en cuya cima estamos, encontrarás al pie, junto a una fuente, un salvaje bisonte, con el cual habrás de luchar. Si logras darle muerte, se levantará de él un pájaro de fuego, que lleva en el cuerpo un huevo ardiente, y este huevo tiene por yema una bola de cristal. Pero el pájaro no soltará el huevo a menos de ser forzado a ello, y, si cae al suelo, se encenderá, quemando cuanto haya a su alrededor, disolviéndose él junto con la bola de cristal, y entonces todas tus fatigas habrán sido inútiles.
Bajó el mozo a la fuente, y en seguida oyó los resoplidos y feroces bramidos del bisonte. Tras larga lucha consiguió traspasarlo con su espada, y el monstruo cayó sin vida. En el mismo instante desprendióse de su cuerpo el ave de fuego y emprendió el vuelo; pero el águila, o sea, el hermano del joven, que acudió volando entre las nubes, lanzóse en su persecución, empujándola hacia el mar y acosándola a picotazos, hasta que la otra, incapaz de seguir resistiendo, soltó el huevo. Pero éste no fue a caer al mar, sino en la cabaña de un pescador situada en la orilla, donde en seguida empezó a humear y despedir llamas. Eleváronse entonces gigantescas olas que, inundando la choza, extinguieron el fuego. Habían sido provocadas por el hermano, transformado en ballena, y, una vez el incendio estuvo apagado, nuestro doncel corrió a buscar el huevo, y tuvo la suerte de encontrarlo. No se había derretido aún, mas, por la acción del agua fría, la cáscara se había roto y, así, el mozo pudo extraer, indemne, la bola de cristal.
Al presentarse con ella al brujo y mostrársela, dijo éste:
- Mi poder ha quedado destruido, y, desde este momento, tú eres rey del castillo del Sol de Oro. Puedes también desencantar a tus hermanos, devolviéndoles su figura humana.
Corrió el joven al encuentro de la princesa y, al entrar en su aposento, la vio en todo el esplendor de su belleza y, rebosantes de alegría, los dos intercambiaron sus anillos.

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